Tienes ganas de hacer esa idea. Te apetece ver esa película. Llevas tiempo queriendo escribir. Te gustaría aprender eso… Pero no lo acabas haciendo.
¿Te suena?
A todos nos pasa. Pero como que ahora más que antes, ¿no?
Esto es algo que puede alargarse días, meses, años incluso y nos lleva a la sensación de cansancio, frustración y baja autoestima.
Claro, llevas “fallando” mucho tiempo y eso, en parte, está definiendo quién eres.
Bueno, lo digo así porque tendemos a creer que somos lo que conseguimos, que no es que sea cierto; pero algo de verdad hay en aquello de somos lo que hacemos.
En este caso, somos lo que NO hacemos. Esa cosa “extra” que queríamos hacer, de golpe, pasa a ser algo que nos está definiendo como personas.
Vengo a darte una noticia: Dejar de hacer lo que te propones no es todo culpa tuya.
Gran parte de ese problema es debido a las interrupciones. Hay muchos estudios que indican que cada vez nos distraemos más y también, hay muchos otros que demuestran que todo lo digital (y no digital) hoy en día está diseñado para interrumpirnos y llamar nuestra atención.
El cerebro no es multitasking. Cada vez que quieres hacer algo y te interrumpe alguna notificación, te cuesta más ponerte a ello. Imagínate la de años que llevamos con interrupciones constantes.
¿Hace falta que te diga qué es lo que hay que hacer si quieres tener tiempo para eso que deseas?
(Por si las moscas, que te veo venir…: ¡¡DESCONECTA EL TELÉFONO!!).