En muchas ocasiones, cuando una marca se dispone a dar mensajes para los demás, no se piensa realmente qué quiere su audiencia objetivo.
¿Qué se suele hacer?
Pues haces un copy maravilloso mostrando la excelente característica de producto que tienes, la impresionante experiencia que tiene la empresa y los fascinantes atributos de identidad de marca. ¿Es así habitualmente o no?
Y no solo eso, también es habitual caer en las comparaciones (indirectas) a la competencia. ¿Qué otros mensajes se dicen? Lo típico:
Yo… mejor….
Yo…más nuevo…
Yo… calidad…
Yo… innovación…
Ahora pensemos en quién va a recibir eso, el verdadero receptor del mensaje.
Lo más probable es que sea alguien que desconoce la gran mayoría de características de marca y producto. Que le da igual quién eres y qué ofreces. Solo busca una solución a su problema. ¿Qué es lo que querrá escuchar?
Probablemente menos “yo” y más:
-Si optas por este producto, no vas a cagarla, no vas a tener que preocuparte
-No te voy a dar problemas
-Tu entorno te verá como alguien interesante, por tu buen criterio
-Si compras esto, no será una acción aburrida, pasarás un buen rato
Diferente, no? Entonces, ¿por qué damos la chapa con copys tan irrelevantes?