No sueltes la chapa

Comunicación efectiva: NO SUELTES LA CHAPA.

En muchas ocasiones, cuando nos disponemos a dar mensajes para los demás, no pensamos qué quiere nuestra verdadera audiencia objetivo.

Veámoslo con un ejemplo: apuntarte a una oferta de trabajo que has visto que te interesa.

¿Qué se suele hacer en un proceso de selección como candidato? 

Pues haces un CV maravilloso mostrando la excelente formación que tienes, la impresionante experiencia que has conseguido y las fascinantes habilidades que complementan tu perfil con el cargo. 

¿o no?

Y no solo eso, también es habitual adjuntar junto con el CV (que ya es densito de coj***s) una carta de motivación explicando por qué crees tú que eres el mejor candidato para el puesto. 

Claro, ¿qué dices ahí? Lo típico:

Yo… mejor…. 

Yo… experiencia… 

Yo… valores…

Ahora pensemos en quién va a recibir eso, el verdadero receptor del mensaje. 

Lo más probable es que sea alguien de RRHH, que desconoce la gran mayoría de tecnicismos de tu puesto, así como las necesidades prácticas del día a día para el mismo. 

¿Qué es lo que querrá escuchar?

Probablemente menos “yo” y más:

-Si me eliges a mí no vas a cagarla

-No te voy a dar problemas

-Tu jefe estará contento por tu buen ojo

-Soy una persona interesante, tendrás ganas de conocerme 

-Si me entrevistas, no será una charla aburrida, pasarás un buen rato

Diferente, ¿no?

Parecer un robot cuando hablas

Si vas a venderte, a hablar de ti o a decir algo importante, trata de no memorizarlo porque generarás rechazo.

Es normal querer hacerlo bien, y está genial tratar de memorizar un guion o unas frases que quieres decir, pero si sólo lo memorizas y no lo sientes, darás una sensación muy extraña a tu interlocutor.

Este fenómenos se ha estudiado mucho en el campo de la robótica y se llama “Valle Inquietante” o Uncanny Valley en inglés.

Se dice que cuanto más se desarrolla un robot para parecerse humano, más gracia nos hace, hasta un determinado punto, al llegar ahí ya dejamos de sentir empatía por ese objeto y nos empieza a parecer demasiado perfecto, demasiado extraño, nos da mal rollo. Esto se puede ver en robots, en voces artificiales e incluso en escenarios de pelis o videojuegos recreados artificialmente.

Para contrarrestarlo, los expertos tratan siempre de crear imperfecciones para generar mayor tranquilidad a quien lo percibe. Por eso, por ejemplo, Alexa o Siri no suenan como una persona 100% normal, para que no las odies.

Lo mismo sucede cuando uno memoriza un discurso, queda demasiado perfecto y no gusta. No lo hagas perfecto, es más carismático tener nervios y cometer algún error. Empatizarán más contigo, comunicarás mejor.

¿Qué hacer cuando quieres hacer una presentación a potenciales inversores?

Dejadme que os cuente el caso de Carlos, un ingeniero de impecable trayectoria que dejó su trabajo para montar su propia start up relacionada con algo más creativo. Una app que puede revolucionar el sector del ocio y del turismo en diferentes ciudades. (Cuando la pandemia lo permita, claro). Son ese tipo de ideas que te apasionan y lo dejas todo para lanzarte al vacío.

¿Cuál fue el reto?

Tiene las cosas muy claras, la parte más técnica y operativa las domina; el asunto es trasladar bien el mensaje a inversores. Para llamar la atención y que quisieran dar su dinero, su discurso no convencía. No era malo, pero no basta con decir lo que quieres hacer y cómo lo quieres hacer, también tienes que contar una historia que enganche, motive y genere expectativas favorables.

¿Cómo se trabajó?

Lo abordé de forma muy personalizada. Primero un par de reuniones para conocer bien el proyecto y conocer su personalidad y su estilo de comunicación. Después, retrabajamos la presentación que tenía para que tuviera otro estilo. Pusimos foco en varios factores:

-Una introducción más hacia el reto personal, para empatizar con su propósito desde algo noble.

-Añadir el punto de vista del target o usuario objetivo, para no hablar de “mi idea” si no de la oportunidad de negocio que puede haber ahí. 

-Énfasis en ir dando mensajes más viscerales durante su discurso, para conectar con la emoción de los oyentes, y ya luego, hacia el final, justificar las premisas con datos racionales.

-Mostrar la ventaja comparativa con posibles competidores, para evidenciar un punto de vista mejor al ver que sin esta nueva app no hay una solución buena.

Trabajar el cómo se dicen las cosas, más allá de qué se dice es de vital importancia. La mente racional lo filtra todo, y más si vas a invertir dinero. Por ello es necesario forzar a tu audiencia a un caminito por la mente emocional. 

Ahí es cuando uno puede ser relevante.

Mi primera presentación a cliente solo

Mi primera vez.

El otro día un cliente me dijo:

-Oye Xavi, presentas muy bien, parece que lo hayas hecho toda tu vida…

Le di las gracias con amabilidad (lo más correcto cuando te alagan es simplemente agradecer); pero me quedé pensando “¿cuál fue la primera vez que hice una presentación a nivel profesional?”

Oh, sí, mi primera vez fue un MARRÓN.

La verdad es que como primera vez no me puedo quejar, fue algo bastante exótico: en Panamá; pero iba a la boca del lobo. 

Por aquel entonces trabajaba en uno de mis primeros contratos saliendo de becario y me mandaron solito a defender un proyecto de casi medio millón de euros a un cliente al otro lado del charco. La situación era complicada, mi empresa estaba en crisis, la gran mayoría de responsables no estaban y me mandaban a mí solo a presentar un proyecto difícil conceptualmente con un cliente que llevaba meses enfadado.

Yo, con mis 20 y pocos, tenía que presentar un mega estudio de necesidades emocionales del consumidor y recomendar diferentes cambios de estrategia de marca a decenas de Brand Managers qué estaban muy contentos con lo que hacían hasta ahora.

No fue bien. 

Mis recomendaciones contradecían muchas de las ideas que venían trabajando y no entendían la metodología en sí. Creo recordar que me comieron, hubo tanta queja que el último día que tuve libre en la ciudad, me quedé encerrado en el hotel esperando que me llamaran para retrabajar cosas.

Pero no recuerdo mucho más, la verdad. Recuerdo sobre todo la sensación de “ahora vas, lo haces y punto. Xavi, aquí no te cuestionas nada, hay que cumplir”. Y así lo hice. 

Cuando tienes un compromiso, lo aceptas y lo haces.