¿Sientes el Síndrome del impostor?

Si sientes el Síndrome del Impostor, sientes aquello de pensar que no mereces estar ahí, que no tienes las habilidades, el talento o la experiencia suficiente para ese trabajo.

No se trata tanto del miedo a fallar o no atreverse a hacer algo (que a veces también), es más la sensación de que te pillen, que descubran que no vales para eso.

Te podrían decir cosas como…“oye, no tienes ni p*** idea, ¡pírate!” “¿Por qué te dedicas a esto si no sabes? Por favor, deja de perder el tiempo y dedícate a algo de verdad”

Claro, tú probablemente les responderías… “ay, es verdad, lo siento…” “perdona, sí, si yo tendría que dejarlo y dedicarme a otra cosa”… “ ya, no sé porque pierdo el tiempo con esto si no sé…”

No hagas caso. Es normal y no te pasa solo a ti… Asumes que a la gente que le va bien no se sienten así; pero eso no es verdad. En muchos casos se sienten así a pesar de tener éxito

El síndrome del impostor es una combinación mal gestionada de tu forma de ser muy exigente, humilde y demasiado perfeccionista.

Piénsalo. Si es verdad que descubren que eres un fraude, que no pintas nada en esta profesión y que estás robándole el trabajo a otros.. ¿Qué es lo peor que puede pasar? 

¿Que des un punto de vista diferente y enriquecedor? ¿Que disfrutes y agradezcas mucho más cualquier oportunidad? ¿Que te pueda alegrar cualquier progreso por pequeño que sea?

No hagas caso. Sí que vales para esto. En lugar de bloquearte o querer abandonar, úsalo como una motivación para buscar siempre la mejora continua, aprende tanto como puedas; porque lo que más te da esa sensación es que aquello que tanto te gusta…

…te sientes pequeño porque hay tanto y tanto por explorar que nunca acabarías. Tienes mucho por aprender porque es algo impresionantes para ti

¿Sientes el Síndrome del Impostor? Míralo como una fuente inagotable de crecimiento y mejora, no como una carga.

Cosas que deberían dejarnos de importar

Es habitual dudar y darle vueltas a las cosas; pero a veces, nos pasamos y perdemos la cabeza por «lo que puedan decir».

COSAS QUE DEBERÍAN DEJARNOS DE IMPORTAR y centrarnos en lo que de verdad nos preocupa (si se te ocurre alguna otra, súmate, eh):

1, Personas que no se preocupan por ti. Cuanto más te preocupes, menos les importarás. Simplemente ignóralos y concéntrate en ti mismo.

2, Personas tóxicas. Simplemente aléjate y no dejes que su energía negativa te agote o te hagan dudar.

3, Edad. Nunca es demasiado tarde o demasiado pronto, haz lo que creas que debes cuando quieras.

4, Tu pasado. Nos marca y define quienes somos; pero no quiere decir que tengas que estar siempre condicionándote por eso. 

5, Los que es “correcto” para la sociedad. Hay tantas formas diferentes de bueno o malo como personas. Nunca dejes que definan qué es bueno o malo para ti.

6. Lo que piensan los demás. Nunca conseguirás que todo el mundo acepte quién eres o qué dices. Haz lo que sientas correcto y no te arrepentirás.

Estás de acuerdo? Se te ocurre alguna otra? Añade las tuyas en comentarios!

Fallar no es una mala noticia, te dice que estás avanzando

Fallar no es una mala noticia, es solo un indicador que te dice que estás avanzando. 

El asunto no es cometer errores, el asunto es aprender de ellos. Es hasta recomendable que tengas muchos, eso querrá decir que has probado muchas veces más. 

El otro día por ejemplo, un alumno me dijo que se planteaba ponerse a estudiar otro máster, en este caso un MBA. Ya tiene mucha formación y su trabajo actual le dan muchas herramientas; mi duda es si otro máster es la solución. 

Mucha teoría no siempre te da más conocimiento. La práctica en su lugar…

Recomiendo crear una empresa o un proyecto propio desde 0. Yo lo hice y no funcionó; aunque eso fue lo de menos.
Crear algo de 0 hará que te replantees muchas cosas, y no sólo a nivel de trabajo, tus hábitos, tu forma de ser, a aceptar los contratiempos aunque no te gusten… Crear algo y fallar, hace que te replantees muchas cosas, te hace tener una visión más clara de lo que uno quiere y puede ofrecer; pero eso, sólo puede salir de la práctica.

En muchas ocasiones, es mejor fallar y pegarte una hostia que estudiar algo viendo todo desde la barrera.

Cuáles son las consecuencias del perfeccionismo

Trabajar bajo presión y en entornos altamente competitivos está bien hasta cierto punto, lo sé por experiencia. 

Trabajé muchos años en consultoría de negocio e innovación. Consigues niveles altos de calidad y exigencia; pero también te acostumbras a trabajar llevando el patrón mental del perfeccionismo a un nivel demasiado extremo.

Al principio el perfeccionismo me iba bien, pero prolongado por mucho tiempo me llevó a…

– Valorarme a mí mismo en función sólo de los éxitos y fracasos cuando nunca son tan evidentes.

– Potenciar la aprobación de los demás y el miedo al rechazo.

– Una autocrítica y autoexigencia exageradas y no objetivas.

– Y la peor: tendencia al pensamiento polarizado (o todo o nada)

¿También te ha pasado alguna vez?

Evidentemente ese nivel de perfeccionismo no es bueno y en mi caso lo aprendí desde el fallo. Empecé a retrasarme mucho en mis entregas, con constantes cambios de enfoque y los procesos se eternizaban. Sufría mucho el proceso de creación y el resultado era mucho peor de lo deseado. Llegó un día que me di cuenta que, como dijo aquel:

“Hecho es mejor que perfecto”.

Trata de hacer bien las cosas, pero no te bloquees ni sufras para hacerlas perfectas, porque nunca lo estarán…

Si no sales, no te ven

Si no sales, no te ven. 

Esto me costó mucho tiempo de interiorizar. Durante años, he estado haciendo cosas de calidad, he recibido muy buenos feedbacks por parte de jefes y clientes; sin embargo, pecaba de ser demasiado humilde. De no explicar lo que hacía.

Consideraba que el trabajo bien hecho es un deber, no tenemos por qué hacer gala de ello. Ahora bien, vivimos en otra época, aquello de “el trabajo habla por si mismo” no siempre aplica si no lo comunicas tu mismo. Todo el mundo está ocupado en dar una imagen de sí mismo en LinkedIn y en otras redes sociales. Demasiado trabajo de branding personal como para hablar de los demás, por muy contentos que estén contigo…

Si no sales, no te ven. 
Si no hablas tú, los demás no lo harán por ti.

El arte de pedir lo imposible

Debo reconocer que me encanta esa sensación extraña cuando te llama uno de tus clientes de mayor confianza y te pide lo imposible. Tanto ese cliente como tú tenéis cierto miedo; pero hay que hacer las cosas, enfrentarse y personalmente, a mí me da mucha seguridad ver como esa persona siente que la ayudo en algo nuevo. Tienen fe en mi criterio y en lo que les puedo aportar.
 
Cualquier reto, por pequeño que sea es necesario. Es importante hacer cosas fuera de lo habitual y más agradecer que vuelvan a contar contigo. Se trata de generar confianza mutua, el compromiso de que saldrá bien y será útil de una forma u otra.

A veces cuesta mucho hacer algo

Tienes claro qué quieres hacer, tienes definido un objetivo y has definido muy específicamente la tarea; sin embargo, te pones a ello y… resulta IMPOSIBLE.

Lo necesario es mantener la determinación: “De aquí no me muevo si no avanzo por lo menos hasta aquí”. 

Te cuesta, te agobias, e incluso te duele físicamente. Pero a medida que lo luchas, que avanzas muy poco a poco, llega mágicamente el momento en el que fluye. 

No sabes bien cómo, pero pasas esa barrera y lo haces. Superas ese abismo, ves que todo es más fácil, simplemente se trataba de superar ese bloqueo, romper esa barrera.

Sin esfuerzo, trabajo y dedicación es imposible conseguirlo. Que la inspiración te agarre trabajando.

Mi primera presentación a cliente solo

Mi primera vez.

El otro día un cliente me dijo:

-Oye Xavi, presentas muy bien, parece que lo hayas hecho toda tu vida…

Le di las gracias con amabilidad (lo más correcto cuando te alagan es simplemente agradecer); pero me quedé pensando “¿cuál fue la primera vez que hice una presentación a nivel profesional?”

Oh, sí, mi primera vez fue un MARRÓN.

La verdad es que como primera vez no me puedo quejar, fue algo bastante exótico: en Panamá; pero iba a la boca del lobo. 

Por aquel entonces trabajaba en uno de mis primeros contratos saliendo de becario y me mandaron solito a defender un proyecto de casi medio millón de euros a un cliente al otro lado del charco. La situación era complicada, mi empresa estaba en crisis, la gran mayoría de responsables no estaban y me mandaban a mí solo a presentar un proyecto difícil conceptualmente con un cliente que llevaba meses enfadado.

Yo, con mis 20 y pocos, tenía que presentar un mega estudio de necesidades emocionales del consumidor y recomendar diferentes cambios de estrategia de marca a decenas de Brand Managers qué estaban muy contentos con lo que hacían hasta ahora.

No fue bien. 

Mis recomendaciones contradecían muchas de las ideas que venían trabajando y no entendían la metodología en sí. Creo recordar que me comieron, hubo tanta queja que el último día que tuve libre en la ciudad, me quedé encerrado en el hotel esperando que me llamaran para retrabajar cosas.

Pero no recuerdo mucho más, la verdad. Recuerdo sobre todo la sensación de “ahora vas, lo haces y punto. Xavi, aquí no te cuestionas nada, hay que cumplir”. Y así lo hice. 

Cuando tienes un compromiso, lo aceptas y lo haces.

3 consejos para liderar un equipo

Uno de mis mayores retos profesionales ha sido poder dominar la gestión de equipo. No es nada fácil…

Ahora lo llevo más por la mano y puedo decir que es una de las cosas que más me llenan.

Aún recuerdo la primera vez que tuve gente a mi cargo. Entraron dos becarios y aunque me entusiasmaba la idea de formar a gente, no sabía qué hacer en ese momento. Yo tenía mucha carga de trabajo y todo era muy urgente. No podía estar por ellos durante los primeros días y no quería “perder el tiempo” explicándoles las cosas. Así que, para tenerlos entretenidos, me sumé una tarea más: inventarme trabajo para tenerlos entretenidos durante unos días. (No fue fácil, estaban muy motivados y no paraban de hacerlo todo en poco tiempo…).

También recuerdo la primera vez que empezamos a trabajar como un equipo. Fue solo una sensación, pero fue la primera de muchas que han venido más adelante. A pesar de organizarnos cada semana y tener más o menos tareas repartidas, fue muy gratificante ver la primera vez que mi equipo se adelantaba a las necesidades del grupo y hacían trabajo por adelantado. Se me cayó la lagrimita ese día. :’)

Liderar un equipo de gente no es fácil y es importante tener 3 cosas claras:

1, Crea un sentimiento de pertenencia, una identidad de familia. Habrá trabajo en equipo.

2, Trata de tener siempre una hoja de ruta, algo a largo plazo, aunque no esté bien al 100%. Habrá sensación de propósito.

3, Prioriza su crecimiento y exposición a los problemas de forma gradual, pero más rápida de lo que se esperan. Habrá crecimiento.