Es maravilloso cuando lo que quieres decir y lo que ha entendido la otra persona cuadra a la perfección. Cuando tienen una imagen de ti clara y reconocible, se acuerdan y te colocan en un lugar privilegiado de su mente.
Pero…
¿Se entiende tu proyecto?
¿Qué imagen estás dando?
¿La idea con la que se queda tu audiencia es la que has escrito?
¿En lugar de venderte demuestras tus puntos débiles?
Es común, eh. No te pasa sólo a ti. Uno le pone ganas… pero cuesta.
¿Y por qué pasa esto?
Por nuestro cerebro q está muy desarrollado.
Ojo, no es ironía.
El cerebro evolucionó hacia la lógica y el pensamiento abstracto. Somos capaces d llegar a pensamiento complejos; pero oh, eso de comunicarlo… Se podría decir que tenemos un exceso de mente racional.
Siempre que tratamos de vender algo (en este caso a nosotros mismos o a nuestro trabajo), tendemos a hacerlo a lo fácil:
Decimos los 4 datos que tenemos claros en nuestra mente; pero no pensamos en conectar emocionalmente con el otro.
Tendemos a improvisar y hablamos sin una intención ni un hilo conductor claro.
Resultado? Los demás no saben dónde colocarnos.
Solemos replicar mensajes que hemos escuchado toda la vida: este bolígrafo es perfecto, tiene un color espectacular, funciona muy bien…
Así nadie va a querer saber de ti. No conectas.
Aquello que conecta con la gente está en la parte más animal de nuestro cerebro: las emociones.
Por eso funcionan tan bien las historias (el storytelling que dicen algunos) y conectar con algo que despierte su corazón.
La clave de una buena comunicación es que sea sencilla, tenga un objetivo claro y sobre todo, que emocione.
Entonces, ¿necesitas ayuda? Prueba una sesión de consultoría estratégica conmigo de 1’5 horas.
Puedes contactarme por email, DM en redes sociales o en www.chakann.com, en contacto.