A veces nos cuesta ver el final de las cosas. Y pasado un tiempo, cuando ya definitivamente se acabó, lo puedes ver con claridad. Todo tiene su principio y su final; pero no siempre somos capaces de verlo y nos aferramos a eso como si no fuera evidente.
En el fondo, no queremos verlo. Nos ponemos excusas como que hay que arreglar tal cosa, que hay que tener paciencia, es una fase puntual, ya se pasará… Y no, lo que hacemos es estirar algo estéril, perder energía y tiempo que podríamos dedicar a otras cosas más fructíferas y gratificantes.
Las cosas también tienen que terminar. Es ley de vida. Cuanto antes sepas identificarlo, cuando antes comprendas cuáles son tus mecanismos para apegarte a algo que no tiene futuro; antes podrás avanzar y prosperar.